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Diane Keaton: adiós a una leyenda del cine con alma propia

El cine despide a una de sus figuras más queridas. Diane Keaton, la eterna musa de Woody Allen y ganadora del Oscar por Annie Hall, falleció en California a los 79 años, según confirmó su familia a la revista People. No se han dado detalles sobre las causas de su muerte.

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Icono de estilo, de independencia y de autenticidad, Keaton deja tras de sí una carrera de más de cinco décadas en las que nunca dejó de ser fiel a sí misma. Desde su irrupción en Broadway con el musical Hair hasta convertirse en una de las actrices más influyentes de Hollywood, su presencia fue sinónimo de elegancia excéntrica y talento sin artificios.

Su gran salto al estrellato llegó junto a Woody Allen, con quien rodó ocho películas, entre ellas El dormilón, Manhattan y, por supuesto, Annie Hall (1977), donde su naturalidad y carisma redefinieron el concepto de comedia romántica. Su interpretación le valió el Oscar a mejor actriz y marcó para siempre la historia del cine.

“Diane tenía esta energía increíble, una torpeza encantadora perfecta para la comedia, pero también una profundidad que la hacía real. No actuaba, simplemente era ella misma”, dijo Allen alguna vez sobre ella.

Más allá de su vínculo con el director neoyorquino, Keaton construyó una filmografía rica y diversa. Brilló en Reds (1981), de Warren Beatty —con quien también mantuvo una relación sentimental—, y en clásicos como El Padrino II, El padre de la novia, El club de las primeras esposas o Cuando menos te lo esperas, junto a Jack Nicholson.

Siempre fiel a su esencia, fue una de las primeras mujeres en Hollywood que se permitió envejecer sin esconderlo, luciendo su cabello blanco, su estilo andrógino y su inconfundible sentido del humor. En una entrevista confesó:

“Nunca me consideré una gran actriz. Solo trato de ser lo más real posible, de encontrar algo en mí que conecte con el personaje”.

Diane Keaton fue mucho más que una actriz: fue un espíritu libre, una inspiración para generaciones y una prueba viviente de que la autenticidad también puede ser arte.

Hoy Hollywood la despide, pero su sonrisa, sus sombreros y su inolvidable “la-di-da” seguirán siendo parte de nuestra memoria cinematográfica.

 
 
 

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