Bad Bunny apuesta por Puerto Rico y genera un impacto económico de 196 millones de dólares

Bad Bunny ha vuelto a demostrar que su éxito global no está reñido con el compromiso hacia sus raíces. El artista decidió no incluir a Estados Unidos en su gira y, en su lugar, instaló una residencia de 30 días en San Juan, Puerto Rico, que concluirá el próximo 14 de septiembre antes de continuar con fechas en Japón y Europa.

La decisión, que muchos interpretan como un gesto de protesta frente a las políticas migratorias estadounidenses —aunque el cantante lo ha definido simplemente como un paso “innecesario”—, ha tenido un efecto directo en la economía de la isla. Según la organización Discover Puerto Rico, los conciertos han generado un flujo turístico estimado en 200.000 visitantes, dejando un impacto económico de 196 millones de dólares en hospedajes, restaurantes, transporte y actividades culturales.

El fenómeno recuerda al llamado swiftnomics, el efecto económico derivado de los conciertos de Taylor Swift en Estados Unidos, que en 2024 movieron cerca de 10.000 millones de dólares. En este caso, Bad Bunny ha decidido redirigir esa fuerza económica hacia su tierra natal, consolidándose no solo como ícono cultural, sino también como motor financiero de la isla.

El atractivo de la residencia en San Juan ha trascendido lo musical. Personalidades como Alexandria Ocasio-Cortez, LeBron James, Kylian Mbappé, Penélope Cruz, Javier Bardem y Jon Hamm han asistido a los conciertos, generando una enorme proyección mediática para Puerto Rico. Además, muchos fans aprovechan la experiencia más allá de los shows, permaneciendo varios días en la isla y contribuyendo al turismo en temporada baja.

Con esta jugada, Bad Bunny no solo reafirma su identidad puertorriqueña en cada uno de sus proyectos artísticos —ejemplo de ello es su reciente éxito Nuevayol, con referencias culturales y musicales a la diáspora boricua—, sino que también convierte su música en un catalizador económico y social para su país.